lunes, 1 de septiembre de 2014

Caminos culturales en la senda oeste

   Inauguramos este espacio de Huellas Suburbanas con un breve recorrido por los centros, refugios, casonas o ámbitos abiertos para el cultivo de distintas expresiones artísticas en la zona oeste del conurbano bonaerense. La Matanza, Morón, Ituzaingó, son algunos de los distritos a recorrer en esta invitación a la interacción artístico-cultural desde múltiples miradas, expectativas y orientaciones ideológicas de cada lugar.
   Una tendencia que viene reiterándose y ampliándose en la zona desde hace más de 10 años, es la generación de eventos populares, para lo que se denomina el “gran público” en espacios abiertos, por lo general plazas o intersecciones de avenidas. En dicho marco, afloran los carnavales, cantantes, grupos musicales, ballets, orquestas y grupos de teatro infantil, que por supuesto brindan lo mejor de sus repertorios en jornadas que han sabido convocar a decenas de miles de ciudadanos, quienes se colman, así, de un componente alternativo a la banalización del “mundo-TV” cotidiano. Con frecuencia, estas actividades son organizadas y financiadas por las municipalidades o en forma directa por la Secretaría de Cultura de la Nación.
   Una clara intención que surge como motivación relevante en el fomento de estas actividades, es la de recuperar los espacios públicos callejeros y en cierto modo, avanzar en la priorización de lo colectivo y comunitario por sobre el estereotipo del encierro individualista tan en boga en nuestra cultura occidental, desde el reinado neoliberal y la teoría del “Fin de la Historia”, allá durante el cruento amanecer de los años 90.
   El Municipio de Morón continúa teniendo una luz de ventaja en esta cuestión, respecto a sus vecinos, si bien La Matanza, históricamente postergada en materia sociocultural, ha visto crecer opciones para la participación y la recreación que hasta no hace tanto tiempo, eran muy reducidas o directamente no existían.
   Desde teatros municipales con una variada gama de propuestas a disposición de los vecinos (por lo general, a tarifas aceptables o bien en algunos casos, gratuitas) hasta pequeños garajes, locales sostenidos a pulmón, antiguos caserones convertidos en opciones culturales de primera línea (como el ya clásico “El Transformador” de Haedo), hay oferta aún insuficiente dada la densidad poblacional vigente, pero sí rica y amplia.
   Algunos centros se orientan más hacia el teatro y las expresiones corporales y musicales, como bien puede, en este rubro, mencionarse al teatro vocacional “Enrique Pinti” de San Justo; otros, a la capacitación y dictado de cursos y talleres, tal el caso del imponente edificio destinado a tales fines, perteneciente a la UOM de La Matanza.
   Asimismo, es cuestión de caminar por los barrios para hallar sin mayores dificultades a los ámbitos más “artesanales”: bibliotecas populares, ateliers, algunos locales político partidarios que también otorgan tiempo y relevancia al desarrollo cultural por medio de peñas, grupos teatrales alternativos, titiriteros, clowns y demás. En estos casos, la concurrencia suele ser reducida pero aún así, muchos de estos locales culturales poseen relativo prestigio al interior de la comunidad en la cual se encuentra enraizado el Centro. Un emblemático caso, es el Centro denominado “El Garaje” (así nació, como un garaje convertido en lugar para tertulias y representaciones teatrales) de González Catán. Que con gran empuje viene, desde décadas, engalanando a dicha localidad, algo periférica con respecto al centro neurálgico de La Matanza (Ramos Mejía y San Justo) y de absoluta composición obrera, pero que no obstante, se enorgullece cuando menciona al “Garaje”. Años atrás, concretamente en el 2004, traigo el recuerdo de tiempos en los cuales quien escribe este artículo era docente de nivel Medio (por entonces, aún Polimodal en este incesante y caótico cambio de planes educativos para nuestra querida patria chica)en el barrio Independencia, precisamente de González Catán. Y en una de sus calles, en su abrumadora mayoría por entonces de barro crudo intransitable ante ligeras lluvias, rezaba un cartel pintado a mano en una esquina: “En González Catán no tendremos asfalto, pero tenemos Garaje”. Identidad, que le dicen. Y fina ironía al servicio del humor popular.

   En resumen, queda abierta esta columna, desde la cual iremos presentando en sociedad algunos de estos centros culturales de la zona oeste, como es el caso del Teatro Municipal “Leopoldo Marechal” de Ramos Mejía, cuya atractiva fachada fotografiada, nos acompaña en el presente artículo. Nos leemos en la próxima.
 

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