lunes, 1 de septiembre de 2014

CONTRADICCIONES Y CERTEZAS

Por Rubén Lombardi


Me encuentro (como muchos) acompañando con independencia de criterios y sin aplauso total a un Gobierno que homenajea a Borges, Cortázar y Bioy Casares. Podría agregar la creación de un Foro de “Pensamiento Nacional” presidido por un filósofo que confiesa querer englobar al nacionalismo en sus diversas ramas de nuestro pasado junto a sus enemigos declarados. Raro, ¿no?
Aplaudo a un grupo de hombres y mujeres que intentan dar forma a un Modelo económico-social autónomo de los Centros de Poder internacional, pero sin romper con los mismos.
Veo con expectativa la idea de captar una pequeña parte de la extraordinaria renta diferencial de nuestros suelos, para aplicarla a una mayor diversificación de la economía (industrias, leyes sociales, fondos provinciales), pero sin anular el poder de la Patronal agropecuaria.
Acepto en general el rumbo de un Proyecto que trata de agregar valor a nuestras materias primas, industrializar, proteger el empleo y el poder del mercado interno, aunque el rumbo no se apoya centralmente (por el contrario) en la clase supuestamente receptiva de tales beneficios, cual es el amplio abanico de los trabajadores.
Encima convivo con la feroz y poco manejable remarcación de precios de los voraces formadores de esos valores, y al mismo tiempo soy testigo de la vigencia de anuales paritarias que se empeña en hacer frente a este fenómeno.
En fin... Un sinnúmero de contradicciones que suelen tener los fenómenos Nacional-democráticos en los países del Tercer Mundo en su paralelismo con la explotación y preeminencia colonial.
Porque no está de más recordar que somos un país joven. Que nacimos en medio de la decadencia histórica española (de la que descendemos políticamente), junto al enorme poder de las luces, la diplomacia y el capital británico.
Que para salir de las cadenas políticas (en realidad se desataban solas) nos apoyamos en la dependencia económica del rival.
Que ese Estado-Imperio dominante inglés se apoyó en los sectores más retrógrados de nuestro territorio que fueron la Oligarquía rural bonaerense y el alto comercio porteño; es decir del fenómeno Portuario.
Y que el territorio todo fue desfigurado originalmente en su configuración material y mental por dichas clases parasitarias.
Hoy el país se proyecta hacia un futuro de gran impulso científico-tecnológico, a una riqueza hidrocarburífera de alcances imprevisibles (pero muy auspiciosos) y lo intenta buscando salvaguardar tales perspectivas sin entregarse a la voracidad imperial. Porque si bien se acordó con multinacionales una fuerte provisión de dinero y tecnología para impulsar lo que no podríamos efectuar por nosotros mismos (en ese renglón delicado), tales contratos se hacen desde la negativa a integrar el ALCA, desde la pertenencia a Unasur y Celac, y especialmente desde la recuperación de YPF. Y ya estamos viendo que la petrolera nacional no actúa como convidada de piedra en la sociedad: está perforando pozos como hacía tiempo no se la veía
Es en tales circunstancias en que el Gobierno ( imperfecto, contradictorio, limitado y que diariamente me hace tragar unos sapos indigestos) sufre el feroz ataque -infernal, inusitado, cada vez más irracional- de los extranjeros que desean hurtarnos las enormes riquezas y de los nativos de derecha e izquierda, que, cual rediviva Unión Democrática del siglo XXI no sobre-pesan la situación general en que nos encontramos, y mucho menos las alternativas reales para el futuro.

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