lunes, 1 de septiembre de 2014

El Impuesto al Salario y la Liberación Nacional

Por Sebastián David Jiménez

   Se han escrito muchos ensayos, estadísticas, elaboraciones técnicas y estudios sociológicos,  sobre el impacto real que el Impuesto a las Ganancias tiene sobre la economía de los asalariados que se ven alcanzados por el tributo. Aquí, por el contrario, trataremos de hacer hincapié sobre todo en los caminos posibles que tienen por delante los trabajadores en la defensa de sus intereses.
   Y es aquí donde quisiera que se detenga el lector, en éste punto: los intereses en pugna, que son intereses de clase, una expresión de la lucha de clases y en un plano determinado que en éste caso lo excede, naturalmente, y que es el escenario de la lucha por los intereses nacionales.
   La falta de un sistema periódico de actualización del mínimo no imponible, que acompañe el nivel de los aumentos salariales y que tenga además como referencia la suba en los índices de precios y los porcentajes inflacionarios, hacen que cada vez más trabajadores, con niveles de ingresos medios, sean alcanzados por este tributo y en muchos casos, obreros calificados de diversas ramas, a partir del cumplimiento de jornadas con horas extras o pagos extraordinarios, llegan a ver deducidos de sus ingresos anualmente, casi el equivalente a un aguinaldo completo*.
   Si la clase trabajadora llevó siempre sobre sí el peso de la historia, si el gobierno nacional sostiene un modelo que hace un culto del aumento de los niveles de producción (con total justicia), pero al mismo tiempo no se grava la renta financiera mientras los especuladores se llenan los bolsillos y los empresarios acumulan tasas de ganancias impensadas hace diez años, vale preguntarse; ¿Corresponde a los asalariados defender el Impuesto a las Ganancias, aún en su faz más progresiva y aún si sólo lo pagaran aquellos que cobraran los salarios más elevados? Pues no, desde un punto de vista clasista, los trabajadores no pueden avalar la existencia legal de otra forma de extracción del plusvalor. Es correcto que desde el punto de vista de la acumulación nacional de capital, se faciliten los créditos y se incentive la producción, pero asimismo es igual de necesaria una reforma tributaria general, que reasegure que los que más ingresos se generan, a partir de la propiedad de los medios de producción sean quienes efectivamente más aporten a las arcas del Estado. Mientras los grandes capitales financieros hagan un culto a la evasión, no corresponde seguirle pidiendo esfuerzos a la clase qué más los hace y los seguirá haciendo, mientras su patria lo demande.
   Aún por simple instinto, aún en su afán de supervivencia, la historia nos enseña que, sin idealizarla, en los momentos más álgidos la clase obrera siempre estuvo del lado correcto.
   En el plano social, la lucha de clases pone a los trabajadores en una postura inequívoca, el esfuerzo patriótico no puede ponerse sobre los hombros de una sola clase. Si el modelo de acumulación nacional burgués sirve a los efectos de la consolidación de la soberanía política y la independencia económica, los trabajadores acompañan y son los primeros en asumir esta lucha, pero siempre a condición de que se respete su autonomía y sabiendo que hacia adentro del frente nacional la lucha de clases sigue su curso.
Es un deber patriótico para la clase trabajadora el formarse en la conciencia nacional de manera que se asuma la lucha por la liberación de la patria de un modo absoluto, y hasta las últimas consecuencias. Del mismo modo que la formación de una conciencia de clase, sin salirse del plano mayor de la cuestión nacional, es imprescindible para aspirar a la conducción de un movimiento que supere los límites nacional-burgueses y avance a una nueva síntesis con el Socialismo como perspectiva. Hay por supuesto un camino contrario, a saber: salirse del cauce de las luchas reales del pueblo por su liberación y sumarse a dinamitar a un gobierno nacional tan burgués como limitado, pero que sin dudas ha propiciado políticas de recuperación que nuestra patria pensaba olvidadas, y escenarios de luchas que nuestro pueblo desconocía desde la restauración oligárquica que fue desde 1955 al 2001.
   En esta relación dialéctica se inscribe, como otras, la batalla social contra el impuesto al salario, sin abandonar el frente nacional táctico con la burguesía, pero dando la lucha estratégica contra ella por su conducción. El camino es sinuoso, sus vicisitudes complejas, pero junto al pueblo y la patria, en cien días o cien años, la victoria es inexorable.

*Fuente: www.centrocifra.com.ar  "Asignaciones Familiares e Impuesto a las Ganancias. Cómo afectan a los Trabajadores". Ghioni-Basualdo.





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